En la cama, jadeantes y relajados, el hombre y la mujer sonríen al techo. La mujer se acerca al hombre y apoya la cabeza en su pecho. Tras unos instantes, la levanta y exclama sorprendida:
-¡Tu corazón suena como una rana!
-¿A que es alucinante?- el hombre no puede ocultar su satisfacción-. No te quería decir nada. Esperaba a que lo descubrieras tú sola para que fuera una sorpresa. Y lo mejor de todo es que no necesita operación, te tragas una cápsula con un microchip incorporado y él solito se adhiere a la pared del ventrículo derecho.
La mujer aún parece albergar algunas dudas.
-Sí, si no está mal, pero... ¿una rana?
-También tenían las opciones grillo, canario, vaca o zumbido de mosquito, pero la rana me pareció más original.
La mujer vuelve a apoyar la cabeza en el pecho del hombre, escucha, permanece callada.
-En enero del próximo año sacan la versión polifónica-dice el hombre al cabo de unos minutos de tenso silencio. Lo dice casi a regañadientes, por decir algo, sin convicción.